Otro año más nos atormentan con ese programa que consiste en coger a cuatro chavalines y convertirles en personajes públicos que salen en las revistas y por los que las adolescentes se tiran de los pelos.
Resulta que he encontrado algo salvable del programilla, los castings. Esos donde una pila de trepas se presentan a ver si hay suerte y dan el pelotazo para no tener que trabajar más en su vida y poder casarse con una maciza. Son graciosos esos que salen del casting llorando y gritando "era mi sueño", pues nada a estudiar y hacerse gente de provecho, a hacerse rico trabajando (dificil), a comprar lotería o si les gusta tanto la música a currarse una carrera desde lo más bajo como ha sido toda la vida.
En estos castings se presentan un montón de pobrecillos que van a hacer el ridículo a posta, saben que los van a sacar por televisión y se van a reir de ellos, pero... ¿a quién le desagradan sus 15 minutos de fama? Yo como buen borrego también me río de ellos, han ido a la tele para compartir ese gran don que tienen de hacer reir a la gente.